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miércoles, 18 de agosto de 2010

Para bien, o para mal, el amor nos transforma


A veces da miedo abrir los ojos, porque por ahí los abrís y ves todo mal. Y eso es lo que en verdad da miedo, los cambios. Como un chico que juega a las escondidas tapándose los ojos, creyendo que así no lo ven, uno a veces cierra los ojos como si así fueran a desaparecer los problemas. Como si muerto, fueran a desaparecer las cartas feas. Uno se hace el ciego, como si el dolor que siente no existiera. Uno detesta y ama a esa persona o a ese espejo que te canta verdades. Uno detesta y ama a quien abre tus ojos.
Abrir los ojos tiene gusto a agridulce. Por un lado, se pierde la magia, pero por el otro... se sale del engaño. A veces lo que tenemos que ver es tan horrible, que preferimos hacer que no vemos y cerrar la puerta, y vivir en una cajita de cristal. Y otras veces la burbuja se pincha, y no queda otra que abrir los ojos y mirar lo que no queremos ver. El corazón se nos estruja y nos quedamos sin aire, ahogados.
Duele abrir los ojos. Es como salir de la oscuridad, que la luz te enceguece. "Ojos que no ven, corazón que no siente".... Mejor mirar para otro lado, dicen. Pero para que algo cambie hay que romper la burbuja, hay que salir de la cajita de cristal. Abrir los ojos y animarse a ver, aunque lo que haya para ver nos estruje el corazón.

3 comentarios:

  1. Esta entrada me gusta especialmente.Últimamente no paro de abrir los ojos y luego intento cerrarlos.
    Besos!

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  2. Ultimamente no sé si abrir o cerrar los ojos.

    Un beso!

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  3. La pura verdad. El dilema está en abrirlos o cerrarlos. Qué será mejor?
    Muy buen escrito!
    Besos!

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